Proteger el ecosistema natural

Con la llegada del verano y la subida generalizada de las temperaturas aumenta considerablemente el riesgo que se produzcan incendios forestales. Además esta circunstancia se agrava aún más tras haber pasado un invierno y primavera con escaso índice de precipitaciones.

El origen de los incendios forestales puede tener distintas causas; en ocasiones son provocados por el ser humano por negligencia y otras veces se producen de forma natural, aunque estos últimos ocurren con mucha menos frecuencia. Pero, en la mayoría de las ocasiones, los incendios forestales comienzan por una negligencia humana: por pirómanos, por equipos que producen chispas, colillas de cigarrillos mal apagadas, fuegos desatendidos, quemas agrícolas o por las líneas eléctricas.

Las consecuencias de estos incendios son muchas y nos afectan mucho más de lo que podemos llegar a pensar en un primer momento. Partimos de la base de que los bosques y el resto de formaciones forestales son sistemas dinámicos, que cambian constantemente en función de distintos procesos naturales y de las perturbaciones que sufren como son los propios incendios. Cuando se produce un incendio, hay consecuencias que son más evidentes que otras aunque todas ellas considerables. Entre las más evidentes podemos destacar la pérdida de vegetación y el impacto que sobre la fauna local provoca un incendio forestal. Este hecho, que de por sí es grave en cualquier territorio, se magnifica aún más cuando el impacto del incendio forestal afecta a parajes protegidos por la presencia de especies vegetales y/o fauna protegida.

Otras consecuencias graves, son la modificación y pérdida del paisaje y la aceleración en el proceso de erosión provocada por la pérdida de material vegetal tras un incendio, ya que al no tener la cobertura normal del suelo, esta queda drásticamente reducida, apareciendo el suelo cubierto por cenizas y restos calcinados que desaparecen con la acción del viento y las lluvias. El flujo de agua sobre el terreno incendiado llega a duplicar, como consecuencia de la pérdida de cubierta vegetal, la impermeabilidad de la superficie del suelo, provocando así la pérdida de suelo fértil, impidiendo sino se toman medidas correctoras, la regeneración de la superficie quemada.

Finalmente la pérdida de masa forestal afecta, especialmente en el caso de Canarias, a la captación de agua y a la pérdida de recursos hídricos tan importantes para la supervivencia dificultando y disminuyendo la filtración de agua al subsuelo, que no olvidemos hoy por hoy es el principal recurso hídrico que tenemos en las islas.

En definitiva, debemos ser conscientes de lo importante que es para la supervivencia de todos, el ecosistema natural que nos rodea y procurar su conservación para las generaciones venideras.