¿Reciclaje fotovoltaico?

A priori estos dos términos podrían sonar redundantes e incluso incomprensibles sin un nexo de unión, pero se ha generado una problemática en torno a las placas fotovoltaicas, su uso y, por último, sus posibilidades de reutilización. Un elemento relacionado con las energías renovables podría contar con su propio proceso de reciclaje en ciudades y territorios que hayan apostado por su uso, algo que cada día es más frecuente para el beneficio de nuestro medio ambiente.

Muchas empresas y viviendas han apostado ya por la instalación de estas placas que, aunque no seamos conscientes, cuentan con una vida limitada. Por ello, debemos dar un paso más y elaborar una planificación para su posterior reciclaje. Los dispositivos más habituales cuentan con una garantía de al menos 20 años, lo que nos da un margen importante de maniobra, pero en ocasiones algunos módulos resultan dañados por múltiples motivos.

La segunda vida de estas placas debe ser una premisa a cumplir incluso por motivos de salubridad, ya que cuentan con algunos componentes de cierta toxicidad que hacen necesaria esta concienciación. Consumidores y productores han puesto en marcha ya varios proyectos encaminados a este fin que con el paso del tiempo serán una realidad más palpable y podría tornarse incluso en una oportunidad de negocio y empleo.

Precisamente entre las modalidades de estas placas, está proliferando un nuevo modelo adaptado a los edificios más históricos y emblemáticos de ciertas zonas urbanizadas y ciudades patrimonio. Se trata de un modelo mucho menos visible al ojo humano, que se mezcla perfectamente con la fachada y contribuye a la armonía de esta edificación. En este caso, estos módulos de la marca IBS SOLAR cuentan con 10 años de garantía y una duración prolongable a 25 años.

La proliferación de este tipo de instalaciones generará una necesidad de procesamiento, almacenaje y tratamiento de estos materiales.