Alerta por contaminación

Seccion: 

Las condiciones atmosféricas de las últimas fechas y los altos niveles de contaminación registrados en las grandes urbes de Europa han propiciado que los expertos en este tipo de materias eleven la voz por enésima vez para advertir de los riesgos que supone para la salud el deterioro constante de nuestro aire.

Esta situación supone un peligro sanitario para la población en general, pero más aún para grupos de riesgo como los asmáticos, personas mayores con insuficiencia respiratoria o cardiaca o las mujeres embarazadas.

La propia Agencia Europea del Medio ambiente (AEMA) estima que casi un tercio de los ciudadanos del viejo continente está expuesto a concentraciones demasiado elevadas de partículas en suspensión en la atmósfera. En el caso de España, se calcula que más del 80% de los españoles respira un aire peor de lo recomendado por los índices de protección a la salud, establecidos por la Organización Mundial de la Salud. Precisamente ciudades como Madrid y Barcelona han sido las últimas en activar sus protocolos de alerta ante la importante carga de polución experimentada durante la pasada semana.

Importantes investigaciones apuntan a que las consecuencias de esta situación se traducen en 16.000 fallecimientos prematuros en nuestro país. Datos apoyados por las últimas manifestaciones de la Asociación Americana del Corazón, la cual señala a la contaminación como un factor de riesgo para la muerte súbita cardiaca, equiparándola con el tabaquismo, la dieta o la obesidad.

Del mismo modo se sigue insistiendo para que las administraciones intensifiquen su lucha contra la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas), especialmente en el caso del transporte. Los últimos datos hablan de que aproximadamente el 80% de la contaminación atmosférica en España está causada por el tráfico rodado.

Para ello se han propuesto medidas eficaces, aunque aún insuficientes, que consisten en el fomento del uso de un transporte público basado en vehículos híbridos o eléctricos, en la reducción de la velocidad en carreteras, en la peatonalización de cascos urbanos y la restricción del tránsito a vecinos de la zona o las ayudas a vehículos más comprometidos con el medio ambiente, a los que hemos hecho alusión ya en este 2015.

Como referencia evidente de esta tendencia, la propia OMS marcaba en 2012 los límites seguros de contaminación en los 20 mcg/m3, pero en ciudades como París el promedio anual puede elevarse a los 38 mcg/m3. Casos más extremos los encontramos en Pekín, donde se ha superado la barrera de los 300 microgramos, obligando a decretar la alerta naranja. Es momento de poner los límites, atender a las previsiones y abrir los ojos hacia la oscuridad que se cierne sobre nuestro futuro y el del planeta.