Eficiencia energética de altos vuelos

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En anteriores publicaciones hemos hecho referencia a la eficiencia energética y la planificación que muchas empresas y entidades están llevando a cabo para reducir gastos y su huella energética en nuestro planeta. El último caso en salir a la luz ha sido el de dos aeropuertos de importante calado en nuestro país como son el de Barcelona- El Prat y el de Reus.

En ambos casos se han aplicado prácticas eficientes orientadas al ahorro en apartados tan básicos como la iluminación en las terminales durante las horas sin tráfico aéreo o la simple instalación de tecnología destinada a aumentar la eficiencia energética de las instalaciones.

El Aeropuerto de El Prat redujo hasta en un 3% el consumo eléctrico el pasado año, lo que supone haber pasado de 183,8 millones de kWh a 178,7 en 2013. Si atendemos a las técnicas aplicadas en el aeródromo de Baix Camp cabe destacar la buena planificación de los horarios de climatización e iluminación y la instalación de un sistema de geotermia hace dos años, que actualmente suministra energía al parque de bomberos.

Volviendo al aeródromo barcelonés, en el apartado del consumo de gas, se pasó de los 2.9 millones de metros cúbicos en 2012 a los 1,7 millones en 2013, lo que supone una reducción de hasta el 42%.

En otro sentido, el uso del agua ha sido otro aspecto fundamental a estudiar por estos dos aeropuertos. El Prat disminuyó un 16% en el último año y los principales aspectos que explican este ahorro han sido la reducción de fugas en la red de abastecimiento y la disminución del riego ante los buenos registros en pluviometría obtenidos en dicho año.

Todos estos datos vuelven a demostrar una vez más que la eficiencia energética es aplicable en cualquier empresa y circunstancia, reportando beneficios a cualquier instalación y corporación que busque la innovación a través del ahorro. Dos conceptos que parecen contraproducentes pero que están muy ligados en este tipo de estrategias. La afluencia de pasajeros y los horarios de tráfico aéreo invitan a pensar que ese éxito medioambiental y financiero es también extrapolable al caso de Los Rodeos o al Reina Sofía.