El reciclaje de residuos, una asignatura pendiente

Seccion: 

La Unión Europea está inmersa en un proceso de reinvención del sistema económico que pasa por impulsar la transición hacia una economía circular que garantice un crecimiento sostenible y respete la naturaleza, a la vez que crea empleo.

Para lograr estos objetivos, debe potenciar el reciclaje de residuos. En la actualidad, Europa  cuenta con  una de las legislaciones más avanzada del mundo en este ámbito y prueba de ello, es su Directiva de Residuos y el Paquete de Economía Circular.

Aunque se han logrado algunos avances en gestión residuos, todavía queda mucho por hacer para alcanzar un desarrollo verde, en el que se impliquen todos los Estados miembros

España tenía como plazo máximo hasta 2020 para cumplir con un objetivo: reciclar un mínimo del 50% de su producción de residuos de procedencia doméstica y comercial. Lo cierto es que no solo no se ha cumplido con este compromiso, sino que, a pesar de la declaración de intenciones recogida en la Ley de Residuos española de 2011, el país se encuentra a la cola de Europa en reciclaje.

Actualmente, el porcentaje total de residuos reciclados no llega al 30%, volumen que queda muy lejos de las metas marcadas por Europa y que engloba materiales como el papel, metales, vidrio, plástico, residuos orgánicos y otros que se utilizan en el proceso de reciclado.

El siguiente reto vence en 2025, año en el que la Unión Europea aspira a que el 55% de los residuos se destinen a la reutilización o reciclaje.  De cara a 2030, se marcan como meta alcanzar las siguientes cuotas de reciclaje de residuos antes del año 2030: un 80 del papel y el cartón, un 70 % de los envases, un 80 % de los metales ferrosos, un 75 % del vidrio, un 60 % del aluminio, un 55 % del plástico y un 30 % de la madera.

Al mismo tiempo y en línea con los Objetivos del Desarrollo Sostenible de la ONU, la normativa europea también recoge como prioridad el reducir el desperdicio de alimentos en un 50 % para 2050.

En España, la gestión de los residuos urbanos o domésticos es competencia de los municipios españoles e implica todo el proceso, desde la generación de residuos hasta su tratamiento. Los consistorios también se encargan del transporte de estos residuos a las plantas de tratamiento. Una vez clasificados los residuos, existen tres opción: su reciclado, su valorización energética y convertirse en un vertido controlado.

Aunque España cumpla este objetivo de aquí a 2025, las aspiraciones de la normativa comunitaria son más ambiciosas y progresivas: quieren que la cifra llegue al 60% para el año 2030 y 65% para el 2035. Además, las directrices europeas quieren reducir el 10% de los residuos totales, que normalmente acaban en los vertederos y que, como consecuencia, contaminan el suelo, el aire y el agua.

Por ello, el principal reto al que se enfrentan los pueblos y urbes españolas es el reciclaje de la materia orgánica. Restos de comida o de poda y vegetales constituyen el tipo de basura que más generamos, pero no el que más reciclamos. Esto se debe a que su recogida no está generalizada en nuestro país.

Como consecuencia, muchos gobiernos regionales se han puesto manos a la obra. Algunos ejemplos son País Vasco, Cataluña, la Comunidad Valenciana o Madrid, que ya cuentan con procesos de recogida específicos para la basura orgánica.

Algunas organizaciones como Greenpeace España son muy críticas con el sistema de gestión de residuos español. Denuncia que «a pesar del gasto millonario que las administraciones dedican a los residuos, más del 70% acaban en vertederos, incineradoras o perdidos en nuestro entorno, mientras que menos de un 30% se recicla y composta«.

Respecto a la separación de los residuos, Ecoembes,asegura que casi el 100% de la población española cuenta con acceso a la recolección selectiva. Esta clasificación se lleva a cabo principalmente para conseguir la mejora y salvaguarda del medio ambiente.

Al tratar los residuos orgánicos evitaremos líquidos que tiene la potencialidad de contaminar el subsuelo y obtendremos energía a través del biogás. También se puede utilizar como fertilizante natural para las plantas. De esta manera, lo que, en principio, era un residuo se transforma en recurso.

Es evidente que la gestión de los residuos se ha convertido en un problema social que no hemos resuelto a tiempo y que debemos solventar lo antes posible para cumplir con las directrices europeas. En la cadena de reciclaje todos podemos aportar un granito de arena, desde intentar no generar residuos innecesarios hasta adquirir productos reciclados.

Los ciudadanos, las empresas y las administraciones somos responsables del daño que estamos causando al medio ambiente y garantizar un futuro para las nuevas generaciones pasa por tomar decisiones ahora. El reciclaje es una labor que nos compete a todos.