Detener el desastre

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En el artículo anterior "El juicio a nuestra labor": distinguimos la contradicción que existe entre nuestros estilos de vida, la forma de conducirnos por nuestra cultura, con su economía política, su individualismo y su consumismo, y los procesos naturales de nuestro planeta vivo, la Tierra: ambos incompatibles. Si no hacemos algo, esta incompatibilidad nos lleva a un gran problema.

Desde hace ya tiempo el universo viene haciendo su parte para detener el desastre. Nosotros tenemos que hacer lo propio y lo haríamos si ajustáramos nuestras conductas a la lógica de la naturaleza. Es decir, que nuestras conciencias asuman la responsabilidad en lo que se refiere a la protección de nuestra casa común y al cuidado de nuestro progreso.

Ajustar nuestras conductas a la lógica de la naturaleza significa responder a los llamamientos que nos vienen de un principio universal, el principio que estructura el asentamiento y la expansión de todos los seres inertes y vivos de la Tierra, este principio se manifiesta en el nexo que existe de interiorización, diferenciación e interdependencia. Es decir, cada ser tiene su propio modo de relacionarse y de construir su tradición y, cuanto más compleja se vuelve más entra en relación con otros seres y refuerza su interdependencia en el marco de la pertenencia a nuestro planeta vivo, la Tierra, siendo un factor clave la diferenciación porque si no, la Tierra se habría fundido en una extensión inerte, muerta.

En cierta medida, en el contexto de la crisis ecológica generalizada lo que estamos intentando es incorporar esta visión, compromiso con la sostenibilidad, el que nos obliga a romper el modelo convencional con el cual organizamos nuestros estilos de vida. Esta posición ve a nuestro planeta vivo, la Tierra, de una manera diferente, como una causa ética dado que asienta nuestra conciencia y nuestra Cultura de la Responsabilidad Social Medioambiental para sentirnos en comunión con la naturaleza.

En términos sociales es la creación de una sociedad donde las diversidades son valoradas y expandidas: esto implica dejar atrás la cultura del pensamiento único y pide valores ligados a la creatividad y a la aproximación con la madre Tierra y con el universo. Así, nos sentimos miembros e hijos de la madre Tierra, que se preocupan por el futuro común.

Estamos llamados a interiorizar esta formulación de vida comprometida con la Sostenibilidad porque es urgente, no tenemos mucho tiempo, el cambio climático no es una amenaza que se cierna sobre un futuro lejano, está ya aquí y se está acelerando. Durante 333 meses consecutivos, las temperaturas globales se han situado por encima de la media del siglo XX. Los fenómenos meteorológicos extremos, que anteriormente se producían de forma aislada, se están convirtiendo en la nueva norma, lo que concuerda con las predicciones de los científicos sobre cómo sería el mundo en pleno proceso de calentamiento global: debemos estar a la altura de los desafíos de la actual crisis de la Tierra.