Canarias: del corazón

No es fácil comprender qué llego primero a la más occidental de las Islas Canarias, si la conciencia de dar importancia y cuidar lo que nos rodea o la sensibilidad que se desarrolla al observar lo que nos rodea y que provoca la necesidad de protegerlo.

Del 13 al 21 de mayo próximos se celebra en la isla el XI Festivalito La Palma – Festival de Las Estrellas, un festival multidisciplinar que ofrece cine, música, talleres y actividades científicas en entornos naturales de la isla.

La Palma cuida el medioambiente y no solo porque se trata de una isla conocida por todos como Isla Bonita, sino porque los habitantes de esta isla son conscientes de que de su entorno, de su naturaleza, dependen su vida y su sustento. Declarada toda ella Reserva Mundial de la Biosfera, cuenta también con una economía fundamentalmente agrícola y ganadera y avanza hacia su fortalecimiento como destino turístico sostenible, relacionado con el ocio activo y la salud. Pero además, se trata de un territorio donde, tal vez por esa cercanía con la tierra, con lo que une al ser humano con el origen de la vida, la cultura posee ese matiz esencial que la distingue de las manifestaciones artísticas generadas en entornos más urbanos o cosmopolitas. Así que no es fácil comprender qué llego primero a la más occidental de las Islas Canarias, si la conciencia de dar importancia y cuidar lo que rodea o la sensibilidad que se desarrolla al observar lo que rodea y que provoca la necesidad de protegerlo. Allí se desarrollan numerosas actividades en todos sus municipios en las que se promueve el cuidado por el medioambiente y el deporte, pero también por el medioambiente y la literatura, la pintura o el cine. Este último es el caso del Festivalito de La Palma – Festival de Las Estrellas, del que entre el 13 y el 21 de mayo se celebra su undécima edición y que está orientado a unir el arte con la ciencia y la espiritualidad.

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"Un año más disfrutando de las Tierras de la almendra"
 
Un año más hemos cerrado el tiempo de las almendras en el suroeste de Tenerife. Las recogimos con personas voluntarias, un club de montaña, varias familias con espíritu deportivo y generoso, el Club Samara-Isora. Sin darnos cuenta hemos encontrado otra actividad complementaria al senderismo: la solidaridad. Me encantaría que quedase en la imaginación sobre todo de los niños que nos acompañaron. 
   
Esa actividad, la de coger las almendras, era la costumbre en un pueblo que se aleja cada vez más de su forma de ser. Todo está tan cerca, el ocio, la diversión, el trabajo o la apatía por la falta del mismo...
   
Conozco varias familias que, ante la falta de trabajo remunerado, vuelve a sus costumbres, a encontrarse con el espíritu colectivo que pudiera definir a su familia. 

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HOMENAJE A LA TRILLA DEL TANQUE 2012
A volandas del trigo vuelve el bullicio a la era. A la "refatiña" por los frescales, la infancia se revuelve, como la mar, que siempre vuelve. Como un pasaje interminable, las yuntas van pasando, a vueltas de la era con elegancia, a su paso. En un abrigo de espigas se arropa el viento, y asido del belgo retoma fuerzas, se yergue y vuela al cielo. Nos vamos al Tanque a vivir la trilla; como lo hicieron antes: amigos, madres, abuelos, mezclando ilusión y cansancio, como espigas nobles también nacidas de la tierra. En la apuesta del pueblo tanquero por mantener sus señas de identidad, la recreación de la trilla se hace un año más, como homenaje a los que no están y a los que vendrán luego, cumpliendo esta tarea como simples y acérrimos protagonistas de su tiempo. Éste, este tiempo en el que se va diluyendo una forma de vivir, unas maneras que en ocasiones eran duras y hermosas, este encuentro une personas y naturaleza. Los protagonistas de hoy son el eslabón que hace de clave en el acercamiento al mañana. Este año la Trilla del Tanque se abre e invita a muchos agricultores de otros lugares de Tenerife, para que también la vivan como suya. Que no falte alegría, porque este acto es un brindis con el sol y la concordia, con los pueblos y con la humanidad que los une.

Juan A. Jorge Peraza

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Algunas veces miro para atrás y comparo lo que fui con lo que pude haber sido. Sobre todo cuando hace tiempo que no veo a la gente de mi edad y me encuentro con alguien del barrio.

Qué gordos y envejecidos me parecen todos menos yo. La Piba que me gustaba, ¡cómo se ha puesto! Suerte que fue un amor pasajero ¡Menos mal que esta barriguilla que llaman de la felicidad me hace volver de tan soberbios pensamientos!

Ahora cada uno está en lo que está, pero yo los ubico allí, en el barrio, tarde tras tarde en la puerta del Bar del cubano o en el muro.

Cuando recuerdo cómo me defendían de quien fuera cuando íbamos a las verbenas de otros barrios, me doy cuenta de que nunca más alguien dio la cara por mí de esa manera.

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Hay mucho que agradecer a la joven tierra volcánica su providencial cobijo y a las lluvias que dan vida, aun con irregularidad, a las sementeras más inhóspitas.

Muchos factores benefician el pletórico advenimiento que puebla a Tenerife del maravilloso árbol del almendrero. Pero falta uno: el factor humano. Es casi generalizada la poca a atención que se presta a los almendreros. Un sector que tuvo una gran impronta en la producción agrícola de la isla a finales del siglo XIX, que ha sido clave en la agricultura de subsistencia de comarcas tradicionalmente áridas del suroeste y medianías altas del sur de Tenerife y que últimamente ha reducido su notoriedad solamente a su espléndida floración.

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RESPETO. Entiendo que una sociedad se construye cuando se establece el respeto de unos hacia otros. Nace en el seno de la familia, especialmente de la figura de los padres que marcan unos ciertos límites, que han de ser respetados. Uno de los aciertos de una cultura es el grado de respeto y de autolimitación que sus miembros se imponen, surge la justa medida. Si se rompen los límites, aparece la falta de respeto y las imposiciones...

Respeto supone reconocer al otro como otro y su valor específico, bien sea persona u otro ser. Apunta a conservar y elevar la vida hasta su máximo valor. Lo propio es que el ser humano respete hasta al menor ser de la creación, sea animal o vegetal; la gran tragedia es no respetar.

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Desde hace tiempo venimos trabajando un programa informativo/formativo en el que se subraya el concepto de la RS Medioambiental, individual y colectiva, y cómo incide en el apoyo a la minoración de los problemas ambientales tan acuciantes que ciernen sobre nuestras Islas y sobre el planeta como consecuencia de nuestras actividades. Nos referimos a << cómo mejorar los cambios, que se corresponde con el debilitamiento del fuerte vínculo que existe entre actividad económica y emisión de GEI, y cuidar el MA en la vida cotidiana, tanto dentro como fuera del entorno laboral >>

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Llegar al Tanque fue como descubrir el Tenerife que quedaba de los recuerdos infantiles, los fines de semana a ver a la familia del campo, mi familia materna, procedente de La Matanza de Acentejo. Nunca terminaré de agradecerle a Antonio Álvarez, "Toñín", el que me haya brindado ese privilegio.

Llegué en invierno, y los domingos en El Tanque son como el invierno polar de los osos, un tiempo para esconderse, sobre todo en la parte alta. En San José de Los Llanos, en Erjos, en Ruigómez, las familias se apilan junto al fogal. ¡Cómo apetece entonces un buchito de vino! un vino no tan blanco como el del sur ni tan oscuro como el del norte, sino de un color de almendra, y fuerte como él solo.

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Crónica de mí amigo -Juan Antonio Jorge Peraza-

Cuando dejé mi casa en Taucho, camino de Teno Alto, ya sabía que algo bueno me esperaba. El Baile de Piñata de ese lugar siempre me había atraído, y por eso salía con una jiribilla en el cuerpo que me recordaba a otros tiempos, tiempos juveniles en los que la ilusión de la fiesta se centraba en los bailes y sus concurrentes. Por eso, mientras discurría sobre los malpaíses de Guía de Isora y de Santiago del Teide, ya tenía la chispa de alegría que te lleva ligerito cuando buscas algo con ilusión.

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Mi abuelo vino del Norte a buscar semillas. Por lo visto es bueno cambiarlas de sitio, que de vez en cuando las semillas viajen. Bueno, eso le gusta a todo el mundo, conocer gente, ver otros pueblos, jugar a otros juegos. Creo que mi abuelo no buscaba precisamente ver cómo se jugaba en otros sitos, aunque tenía edad para eso cuando pasaba la Cumbre con su padre para buscar semillas. Al fin y al cabo, con doce años seguro que todavía le gustaba echarse a la calle a jugar con los demás chiquillos.

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