Para asentar una Cultura Innovadora en la empresa lo primero que tenemos que asentar es un objetivo común, una meta, y, obligatoriamente, tiene que ser compartida por la movilización que puede provocar. La movilización es lo principal, no tanto por la consumación de la meta, sino por lo que se va recorriendo, avanzando, superando. La aspiración tiene que ser alcanzable, ambiciosa y asequible para que pueda ser interiorizada por todos y lograr que todos sintamos el objetivo último, la meta, como algo personal.
La comunicación y la exigencia en el cumplimiento de los compromisos que se vayan adquiriendo son elementos clave en el proceso, aunque han de ser realistas, evitar la tendencia a disminuir las dificultades o exagerar las ventajas. Cada persona es libre de “aceptar el reto o quedarse al margen” lo que no se puede hacer es excluir u entorpecer las gestiones de los demás y hemos de tener presente que la disputa en todo este quehacer es lo normal, nadie tiene todas las respuestas...
Mantener viva la visión compartida requiere incorporarla en todo momento a las gestiones corrientes; reuniones generales, de equipo, etc. Hay que mantenerse fieles pero, como dijimos antes, siendo realistas, es decir, manteniendo la percepción de la realidad lo más cerca posible del objetivo y alentando un trabajo constante y cuidado: información relevante, visualizar las limitaciones, animar...
La empresa necesita un camino de cambio, un marco más ético que le proporcione cimentación, perspectiva y sobre todo “progresar en equipo”, hay que hacer confluir factores esenciales, el capital humano, la innovación, la solidaridad, para desarrollar el trabajo en equipo.
¡Hablemos!